Eva Yerbabuena recurre de nuevo a la dualidad como forma expresiva pero, sobre todo, reflexiva. Adentrándose en dos fuerzas fundamentalmente opuestas y complementarias, pero interconectadas, la bailaora y coreógrafa se abalanza sobre una máxima cada vez más presente en sus creaciones: nada existe en estado puro ni tampoco en absoluta quietud.
Así, y en una continua conversión que se desarrolla durante las cuatro partes o números en los que se divide "Yerbagüena (oscuro brillante)", la artista comprueba la certeza de lo que siempre ha creído. Y es que, como ella misma defiende, “la transformación continua es una morbosa provocación que no solo existe, sino que además le da sentido a todo”.
*Para todos los públicos.